Cuerpos y acciones en la construcción de lo público
Uno de los ejes de investigación artística y curatorial de Proyecto Siqueiros es la interrogante sobre lo público en el arte contemporáneo. En las exposiciones Yo era muy bueno tirando piedras 2, Acciones de gravedad y Barro y arroz, presentadas actualmente en La Tallera, participa un grupo de artistas mujeres que, a través de sus ideas y sensibilidad, aportan reflexiones para entender colectivamente las políticas del espacio. Sus obras están atravesadas por las potencias de sus cuerpos que se propagan en acciones y objetos artísticos.
Anaïs Bouts
El Centro de Investigación y Documentación Siqueiros (CIDS), patrimonio histórico de la Sala de Arte Público y La Tallera, está integrado por cinco acervos: documental, fotográfico, sonoro, cinematográfico y bibliográfico; fue originado gracias a la práctica de archivo y documentación que desarrollaron de forma constante David Alfaro Siqueiros y Angélica Arenal. Una de las partes más sobresalientes del acervo fotográfico del CIDS son los ejercicios con el cuerpo de modelos y colaboradores que Siqueiros produjo para usar como material preparativo de sus murales. En estas fotografías, el muralista ensayó poses y posturas corporales para materializar sus ideas políticas y pictóricas.
En la obra HACER / DESHACER, la coreógrafa Anaïs Bouts, en colaboración con el artista Antonio Guerra, plantean un acercamiento a los registros fotográficos de Siqueiros para mover la historia. Este performance es una propuesta de reposición de la memoria del muralismo y también de experimentación coreográfica para potenciar y desdoblar las cualidades de documento y huella del acervo del museo. Los residuos del performance están conformados por rastros de las acciones de Bouts y el trabajo de instalación de Guerra, el cual es una referencia a la poliangularidad de la obra mural Trazos de composición piramidal que se ubica en la explanada de La Tallera.
Blanca González
A través del dibujo y la cerámica, Blanca González ha insistido en pensar el paisaje como un ente vivo. Un cuerpo constituido por montañas, cañones y ríos, en el que también existen puentes, túneles y carreteras. Para la artista, el paisaje se transforma continuamente al mirarlo. Esta construcción y reconstrucción permanente, la hace suponer situaciones hipotéticas sobre los espacios naturales intervenidos por la actividad humana. En la serie de dibujos Abierto allá, la artista toma la referencia de los túneles que atraviesan las cadenas montañosas para conectar el tránsito de un lugar a otro. Esta obra muestra un conjunto de enlaces que permiten imaginar la complejidad de la superficie terrestre y la comunicación entre montañas.
Claudia Luna
Caminar por la ciudad es una estrategia que Claudia Luna ha adoptado para desarrollar su trabajo artístico. En sus recorridos identifica los volúmenes del mobiliario urbano y los objetos que habitan las calles, los cuales conviven a diario con los transeúntes, las edificaciones y el paisaje. Aunque parecen imperceptibles por la aceleración de las ciudades, estos cuerpos geométricos afectan la estadía y el tránsito en el espacio público.
En la serie Bloques de ciudad, la artista construye un glosario visual a partir de las formas básicas que ha encontrado en sus caminatas y, mediante la pintura, elabora distintos gestos volumétricos que se van acumulando como una analogía de las formas de concreto amontonadas a lo largo del territorio citadino. También en su serie Un vasto paisaje de ruinas (2019–2021), Luna hace una correspondencia entre dichos bloques y la escultura: simula la escala de los volúmenes con cartón y les aplica pintura acrílica de distintos colores para generar composiciones que modifican la experiencia corporal en el espacio expositivo.
Carolina Villanueva
David Alfaro Siqueiros utilizó la escritura como un medio para difundir y propagar sus ideas sobre el muralismo y la dimensión pública del arte. En el artículo No hay más ruta que la nuestra (1945), Siqueiros se pronunció para remarcar que la pintura mural era “la única y posible ruta universal para el próximo futuro”. A partir de la revisión de este texto y otros manifiestos siqueirianos, la artista Carolina Villanueva propone la pieza Nuestras rutas: manifiesto vivo (2021), un ejercicio de escritura colectiva para enunciar los intereses y las inquietudes de las y los artistas en la actualidad. Villanueva generó un cuestionario sobre las particularidades de las prácticas artísticas contemporáneas y lo compartió en Internet. Con las respuestas que obtuvo, desarrolló una plataforma digital que escribe un manifiesto dinámico con la capacidad de actualizarse.
Evoé Sotelo
La práctica de Evoé Sotelo se ha desenvuelto en los marcos de la danza, la coreografía y las artes vivas. Su trabajo en el proyecto escénico Quiatora Monorriel, iniciado en 1992 junto al coreógrafo Benito González, ha impulsado distintas investigaciones sobre el papel del cuerpo como elemento discursivo en el arte y ha generado propuestas que desdibujan las fronteras de lo dancístico para reubicarlas cerca de la música, el cine, la fotografía, el video, la literatura y el arte electrónico. Una de sus experimentaciones escénicas más sobresalientes se sustenta en la metodología de la danza mínima, la cual consiste en la construcción de un discurso compositivo e interpretativo que usa el mínimo movimiento del cuerpo para producir el máximo valor expresivo.
En sus Textos coreográficos, Sotelo traza pequeñas partituras que sirven como registros de sus procesos de composición y de manera conjunta se configuran como escrituras capaces de propiciar efectos performáticos que atraviesan cuerpos, temporalidades y espacios. En ellos, la distribución de las palabras y las características tipográficas, semejantes a la poesía visual o concreta, tienen la finalidad de desencadenar una lectura desde y con el cuerpo.
Guillermina Bravo
Reconocida como una de las coreógrafas mexicanas más importantes del siglo XX, Guillermina Bravo (1920–2013) compuso un conjunto de obras que experimentaron distintas facetas de producción, desde una perspectiva moderna y nacionalista hasta danzas de denuncia social y compromiso político. Uno de sus periodos menos revisados es el que se interesó por indagar en la abstracción.
La coreografía Epicentro (1977), bailada por el Ballet Nacional de México, se sustenta en variaciones geométricas de movimientos irradiados desde un centro. A falta de una dramaturgia ligada a una anécdota o una trama narrativa, las secuencias de la obra se desencadenan como juegos formales construidos por medio de diseños circulares y ondulatorios, generados a través de la corporalidad de los bailarines y por la distribución de los cuerpos en el espacio escénico. La cercanía a la partitura de improvisación musical de Lukas Foss le otorga un tono aleatorio a los trazos coreográficos.
Itziar Giner
La investigación artística de Itziar Giner se ha enfocado recientemente en la relación entre el cine, la fotografía y la pintura. De esta forma se acercó a los estudios y las ideas de David Alfaro Siqueiros en torno al uso de tecnologías modernas en la producción pictórica. Los métodos y las herramientas de Siqueiros que Giner utilizó en la pieza Cómo llego a una pintura (2021) son el empleo de la fotografía como documento generador de experiencias espaciales y corporales; el registro audiovisual como apoyo para entender los vínculos entre arquitectura y pintura; la poliangularidad como componente disparador del movimiento de espectadoras y espectadores. Cómo llego a una pintura es un ejercicio dinámico de aproximación a una imagen, cuya referencia es el texto Cómo se pinta un mural (1951), en el que Siqueiros pormenoriza las metodologías de su trabajo artístico.
Mónica Mayer
La serie de dibujas Afueras: un proyecto a la deriva (2020) inició como ritual para encontrar momentos de calma durante la pandemia ocasionada por COVID-19. Mónica Mayer, pionera del arte feminista en México, ha trazado vínculos entre su práctica artística y la vida cotidiana, tanto en su producción individual como en su trabajo colaborativo; en esta obra utilizó el dibujo para conectar la experiencia personal de miedo e incertidumbre que atravesó a lo largo del confinamiento en 2020 y la unió con una reflexión alrededor de lo público en las redes sociodigitales.
La obra se compone de las dibujas, la narración performática sobre ellas publicada de manera paulatina en el perfil de Facebook de la artista y su transformación en piezas más complejas que se entretejen entre sí o que originan nuevas escrituras y performances. Las 39 dibujas de Mayer que se exhiben en Yo era muy bueno tirando piedras 2 son registros de su encierro, documentos o testigos del cambio de temporalidad en su rutina diaria que le permitió volver a dibujar después de veinte años de no hacerlo. A la par, las piezas componen un portal para trasladarse del interior individual al exterior y el acompañamiento colectivo.
Naohmi Domínguez
El título de la serie fotográfica ¿Se puede sentar bien, por favor? (2020) es un comando utilizado de manera común para disciplinar al cuerpo. A pesar del disfraz de cortesía de la parte final del enunciado, la instrucción pretende normar una posición corporal simple, de acuerdo, la mayoría de las veces, a las expectativas de identidad sexogenérica, étnica y de clase. A partir de una reacción crítica producida por el tono autoritario de la frase, la artista Naohmi Domínguez realizó el registro fotográfico de 42 formas subversivas de sentarse, contrarias a la imposición social de una sola forma correcta de hacerlo.
Las fotos documentan las múltiples posibilidades de ejercer autonomía corporal en una situación sencilla y develan las violencias ocultas o normalizadas (principalmente hacia el cuerpo de las mujeres) que se han incorporado a los parámetros vigentes de comportamiento.
Pamela Zeferino
Entre 2016 y 2018, la artista Pamela Zeferino realizó un proyecto de investigación en los alrededores del pueblo minero de Real del Monte, ubicado en el estado de Hidalgo. En El derrumbe, Zeferino produjo un conjunto de obras utilizando conceptos como colapso, caída y accidente, ideas relacionadas con la vulnerabilidad de las montañas y del cuerpo de los trabajadores de las minas. A partir de la revisión del archivo de los carteles de seguridad de la Compañía de Real del Monte y Pachuca, elaborados a principios del siglo XX, encontró varias obras gráficas anónimas que servían como advertencia para evitar percances durante las jornadas de trabajo en los túneles. Con un ejercicio de traducción y abstracción en la obra Caídas II, la artista propone una serie de dibujos que reproducen las siluetas de los cuerpos representados en dichos carteles. Compuesta por seis piezas de piel, la materialidad elegida por la artista hace referencia por sí misma a la sensación de peso y desplome.
Samara Colina
La obra mural Marcha hacia la nueva humanidad (2021) explora los elementos visuales de las marchas feministas contemporáneas en Latinoamérica. Para esta intervención en una de las paredes de La Tallera, Samara Colina plantea una actualización crítica del discurso plástico que David Alfaro Siqueiros desarrolló alrededor de las manifestaciones políticas y de las concentraciones multitudinarias, las cuales son rasgos distintivos de su pintura, especialmente de La marcha de la humanidad en la Tierra y hacia el Cosmos (1971), obra ubicada en el Polyforum Siqueiros.
A partir de una paleta de colores centrada en el morado y el verde, la artista interpreta visualmente los contingentes de mujeres que participan en la construcción de una identidad colectiva y aborda de manera pictórica su organización encaminada a exigir una vida libre de violencia y la defensa de sus derechos. La aparición de estas multitudes en el espacio público genera nuevas formas de experimentar y mover la protesta.
Sofía Valto
La videodanza Piel de humo (2021) explora la encarnación de la resistencia y la rabia en el cuerpo de las mujeres, ante el horizonte desolador del feminicidio y las desapariciones forzadas. La coreógrafa Sofía Valto sitúa la obra en un paisaje arrasado por un incendio y utiliza dicha imagen como referencia de los efectos extremos de la violencia sistémica practicada sobre las corporalidades. La interpretación de la artista escénica Gabriela Rosero despliega un conjunto de movimientos circulares o cíclicos vinculados al reclamo de justicia y la fuerza esperanzadora protagonizada por madres y familiares de las víctimas, así como por grupos de civiles y activistas dedicadas a la búsqueda de restos de personas desaparecidas.
Sonia Madrigal
Las fotografías de Sonia Madrigal parten de las experiencias y los tránsitos que suceden en la periferia urbana, en especial, en el oriente de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. El trabajo de la artista surge de sus recorridos cotidianos en trasporte colectivo y a pie; de esta forma, se originó su serie fotográfica El Abance, al encontrar un mensaje escrito sobre el sistema de contención de una vía rápida localizada en el Distribuidor Vial Ixtapaluca, a la altura de la caseta de cobro del municipio mexiquense de Chalco.
La frase dice “EL MURO DE DONAL TROMP PURO ABANCE” y manifiesta un descontento ocasionado por las obras públicas que, a pesar de estar planeadas para mejorar la movilidad, dificultan los trayectos de una multitud de personas, quienes se ven obligadas a poner en riesgo su vida por la falta de un acceso seguro para cruzar la autopista. Las 70 fotos que componen la pieza registran una diversidad de cuerpos, saberes y estrategias corporales que, de acuerdo con la autora, sintetizan el conocimiento, el esfuerzo y la resistencia producida por las y los habitantes de la periferia urbana al momento de trasladarse por la ciudad.
Yunuen Díaz
Celebrar la cocina es celebrar la vida. La alfarería y el cultivo de arroz son prácticas culturales distintivas del estado de Morelos. La exposición Barro y arroz de la escritora y artista Yunuen Díaz reúne un grupo de obras en las que se reflexiona sobre la soberanía alimentaria, a través de un acercamiento al trabajo de las mujeres con la tierra y en la cocina. Las piezas que componen Barro y arroz son el resultado de una investigación artística alrededor del paisaje arrocero morelense y las particularidades de los utensilios de barro elaborados por artesanas de la comunidad de Cuentepec, en el municipio de Temixco.
Desde la perspectiva de Yunuen, la alimentación es un asunto político atravesado por la historia de las luchas agrarias y el ejercicio del cuidado de la tierra contra la explotación económica desmedida. En compañía de las voces de alfareras, campesinas, cocineras, activistas y teóricas del feminismo, la autora plantea una revisión contemporánea del arroz de Morelos, y despliega una diversidad de microhistorias para comprender los saberes acumulados y transmitidos por las mujeres rurales, los cuales se sustentan como una alternativa en la búsqueda y la subsistencia de una sociedad más justa.