El fallecimiento de un grande del muralismo mexicano del siglo XX
En septiembre de 1973, después de una intervención quirúrgica en el Instituto Nacional de Nutrición, en la Ciudad de México, David Alfaro Siqueiros se refugió en su casa-taller de Cuernavaca, Morelos, para recuperarse. Lo acompañó en todo momento Angélica Arenal, su esposa.
A su hogar se trasladaron servicios y equipo indispensables para una óptima atención médica. Recibió un sin fin de muestras de dolor por su estado de salud y a favor de su restablecimiento.
Después de una larga lucha contra el cáncer, y de que su padecimiento se agravara como consecuencia de una neumonía aguda, el pintor murió de un paro cardio-respiratorio el domingo 6 de enero de 1974 a las 10:17 horas, a los 78 años de edad. Lo acompañaban su esposa, su hija Adriana, su cuñado Leopoldo Arenal y dos enfermeras que lo asistieron durante su enfermedad.
Se le rindió homenaje póstumo el 7 de enero en el Palacio de Bellas Artes. Funcionarios, diplomáticos, líderes sindicales, obreros, artistas, estudiantes, familiares y amigos desfilaron ante el féretro cubierto con la bandera mexicana.
El entonces presidente Luis Echeverría Álvarez decretó que el artista fuera inhumado el martes 8 de enero a las 11 horas en la Rotonda de los Hombres Ilustres. El cortejo estuvo acompañado por La Heroica, de Ludvig van Beethoven, el Himno Nacional Mexicano y, al término del acto fúnebre, integrantes del Partido Comunista Mexicano entonaron La Internacional.