“Las primeras batallas del muralismo”

Proyecto Siqueiros
4 min readFeb 12, 2021

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Cuatro puntos de partida de David Alfaro Siqueiros

David Alfaro Siqueiros, ‘El entierro del obrero’, 1923–1924. Inconcluso. Colegio chico de la antigua Escuela Nacional Preparatoria. Actualmente Museo de la Luz, Ciudad de México. Foto: Autor no identificado. Colección INBAL / Proyecto Siqueiros: Sala de Arte Público — La Tallera.

El octavo capítulo de Me llamaban el coronelazo, libro con las memorias de David Alfaro Siqueiros, es “Las primeras batallas del muralismo”. De ese pasaje, Proyecto Siqueiros: Sala de Arte Público — La Tallera comparte cuatro “puntos de partida” planteados por el artista hace cerca de 100 años, en los inicios del Movimiento Pictórico Mexicano Contemporáneo.

Así lo nombró aquel grupo de artistas reunidos para pintar en los edificios de la entonces Escuela Nacional Preparatoria, por encargo de José Vasconcelos, quien fue Secretario de Educación Pública en el gobierno de Álvaro Obregón.

Los murales que realizó David Alfaro Siqueiros en el llamado Colegio Chico de la Escuela Nacional Preparatoria –que ocupaba los edificios del antiguo Colegio de San Ildefonso–, entre 1922 y 1924, fueron Los elementos (en el techo abovedado de la escalera), Los mitos caídos (en la pared del cubo de la escalera), El entierro del obrero (en la pared del primer piso. Obra inconclusa y mutilada) y Llamado a la libertad (en la pared del cubo de la escalera. Obra inconclusa y mutilada).

1.

Siqueiros empezó a pintar en el Colegio Chico hacia septiembre de 1922, justo a su regreso de Europa. Después de trazar líneas en los muros que le habían sido asignados, tratando de romper las aristas que formaban ángulos rectos, el artista pensó: “La pintura mural no es la pintura de zonas autónomas, unidas simplemente por amarres ornamentales, sino la pintura correspondiente al espacio arquitectural”. (p. 186)

Este planteamiento formó parte de sus preocupaciones iniciales en busca de una teoría, que desarrolló a lo largo de su vida alrededor del “arte integral” o “integración plástica”, esto es, de la unificación de pintura y arquitectura.

2.

Diego Rivera y Siqueiros admiraban la pintura al fresco hecha por grandes maestros italianos. Hicieron muchas copias generales o parciales de las obras más famosas o que más les gustaban por medio de esquetches a lápiz coloreados con acuarela. Pero no se habían preguntado por el procedimiento material que usaron aquellos grandes maestros. En este marco, Siqueiros declaró: “En ese desprecio por los materiales, como por las herramientas, éramos hombres típicos de nuestros tiempo, el tiempo de la pintura de caballete”. (p. 186)

Sin embargo, durante años el artista transformó ese “desprecio” por una experimentación sistemática con materiales y herramientas para la creación pictórica monumental.

David Alfaro Siqueiros, ‘Los elementos’, 1922–1923. (Detalle). Cubo de la escalera del Colegio Chico de la antigua Escuela Nacional Preparatoria. Foto: Autor no identificado. Colección INBAL / Proyecto Siqueiros: Sala de Arte Público — La Tallera.

3.

En la búsqueda de una estética nacionalista, para lo cual José Vasconcelos contrató artistas para decorar muros de edificios públicos, Siqueiros planteó que “encontrar al hombre de México” iba a ser una tarea difícil porque ese hombre no había figurado en la pintura mexicana, ni en el periodo colonial, ni en el México independiente ni en régimen de Porfirio Díaz.

Había llegado el momento de “ver las cosas a través de nosotros mismos, tanto como entes nacionales e individuales, y por lo tanto como entes sociales, de un determinado momento de la historia de México y ya no arbitrariamente, a través de un hombre abstracto supuestamente universal”. (p. 190)

El “hallazgo etnográfico” de Siqueiros se basó en el modo en que la tradición prehispánica veía al hombre. Asimismo incorporó en aquellos murales “formas plásticas mexicanas”, cuyo origen encontró, por ejemplo, en plantas mexicanas.

Los otros pintores convocados en esos años para pintar en el Antiguo Colegio de San Ildefonso siguieron sus propios conceptos teóricos.

4.

Desde joven, Siqueiros promovió la organización colectiva. Así, en este periodo del que hablamos, formó ─junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco, entre otros artistas─, el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Revolucionarios de México, en tanto que para la “defensa de su trabajo material” crearon la Cooperativa Francisco Xavier Mina.

En concordancia con su visión sobre el trabajo artístico colectivo, Siqueiros se manifestaba por un “aprendizaje de las artes plásticas a través del proceso de producción y para el proceso de producción, esto es, haciendo participar al estudiante en todo el proceso de la obra en desarrollo”. (p. 209)

Se trató de un principio que incorporó en su pedagogía del muralismo, la cual construyó y compartió a través de talleres, conferencias, publicaciones y en su escuela-taller fundada en Cuernavaca, Morelos.

Fuente consultada: David Alfaro Siqueiros, “Las primeras batallas del muralismo”, en Me llamaban el coronelazo (Memorias), México, Grijalbo, 1977, p. 185 a 212.

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En este espacio se comparten conversaciones y debates que quedaron fuera de las cédulas de muro de una exhibición o el planteamiento de un programa educativo.

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